No se hacia donde dirigir mi mirada. Algún tiempo atrás, todo lo que mis pupilas eran capaces de captar era tu silueta. Era clara y precisa, y se levantaba sin ninguna imperfección contra la luz de un futuro tan incierto como esperanzador. Sin embargo, ahora esa luz se ha apagado dejándome ciega y mis pupilas no saben hacia donde dirigirse. No me queda más remedio que extender mis manos, buscando a tientas una señal que me indique el camino correcto. A pesar de todo, me acecha la duda de sí seré capaz de seguir esa dirección si me aleja de ti. Por eso me encuentro aquí, en el cruce de caminos hacia mi futuro. Y, por mucho que me duela, se que seguiré aquí hasta que la esperanza se desvanezca por completo. Porque mientras quede la más mínima posibilidad de permanecer entre la seguridad de tus brazos, no seré capaz de elegir ninguna dirección.
A veces se nos atragantan las palabras en la garganta, tartamudeamos, dudamos, y no estamos seguros de si, simplemente, soltarlo o guardárnoslo dentro. Siempre, siempre, déjalo salir, clava tus palabras en la mente del resto, que nunca jamás sean capaces de olvidarte. Que nunca nadie menosprecie el poder de una oración.
jueves, 21 de abril de 2016
martes, 1 de marzo de 2016
Es hora.
Que pase lo que tenga que pasar. Pero sigo dándole vueltas
al mismo pensamiento una y otra vez. ¿Qué le ronda la mente? Sus expresiones
imposibles de leer. Actos encontrados, totalmente opuestos. Y dudo. Y comprendo
que mi fortaleza es mera ilusión. Una mente fuerte no duda. Un corazón fuerte
no duda. Solo queda pretender. Mantener el espejismo frente al resto.
No lo reconoceré ante nadie. Ni siquiera ante mi misma.
Porque reconocerlo sería admitir demasiado.
Mdlqv.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)