La noche había llamado a su puerta repetidamente y sin
descanso. Sin embargo ella mantuvo su puerta cerrada impidiendo su paso, manteniéndose
a salvo arropada por la cordura. Pero, cuando la noche cesó en su intento, la
cordura dio paso al inmenso vacío y la noche dio paso a un día interminable.
Entonces, abrió sus puertas en medio de la claridad abrumadora y llamó a la
oscuridad de vuelta. No se hizo esperar, hizo su aparición y entró. Ella,
embriagada de locura no se opuso. Sin embargo, tal y como esperaba, cuando la
noche desapareció fue para no regresar. Y, así la abandonó, acostumbrando sus
ojos una vez más al brillo cegador del nuevo día.
Mdlqv.
No hay comentarios:
Publicar un comentario